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Sevilla, Nova Roma

En el siglo XVI, el eje económico medieval Occidente-Oriente se ve desplazado por el de Antiguo Mundo-Nuevo Mundo. Y Sevilla será el centro de ese nuevo eje. Los sevillanos sueñan con convertir su ciudad en la Nova Roma, una nueva caput imperii. Un sueño que será espoleado por la boda del Emperador Carlos V con la princesa Isabel de Portugal en 1526.

La ciudad vive entonces una fiebre constructora para adquirir las infraestructuras que este epicentro del comercio global requiere: la Lonja de Mercaderes, la Real Casa de la Moneda o la Aduana, ejemplos de gran clasicismo y funcionalidad. También se renuevan todas las puertas de la muralla, ya fueran baluartes islámicos defensivos o arcos triunfales encajados en el lienzo.

La regeneración alcanza la arquitectura doméstica. Las casas medievales musulmanas ―celosas de su intimidad, cerradas al exterior y volcadas hacia el patio― dan paso a casas abiertas mediante huecos en las fachadas que exhiben la heráldica del propietario.

Edificaciones dispares en lo estilístico pero idénticas en su voluntad de romanitá, más allá de cualquier contaminación islámica.

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Ver Mapa de Sevilla
Civitates orbis terrarum, Joris Hoefnagel, 1576 - 1597.
Biblioteca de la Universidad de Sevilla
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Luces y sombras

La crudeza del día a día se ve interrumpida con celebraciones de toda índole. La ciudad entera abraza los festejos con clamor, con ganas de romper la rutina y olvidar así las penurias cotidianas.


Los espacios públicos se transforman para dar paso al bullicio y las ganas de celebración de los sevillanos y sevillanas, como bien describió Lope de Vega en El arenal de Sevilla:

FORASTERO

¿Esto hay en el arenal?
¡Oh, gran máquina Sevilla!

ALVARADO

¿Esto solo os maravilla?

FORASTERO

Es a Babilonia igual.

ALVARADO

Pues aguardad una flota
y veréis toda esta arena
de carros de plata llena,
que imaginarlo alborota.

El arenal de Sevilla (Lope de Vega,1618).


 

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